26 de mayo 2023
LA INCOHERENCIA ENTRE LO QUE PENSAMOS, DECIMOS Y HACEMOS
El cuidado documental: somático y corporal con Alfredo Hoyuelos
Comienza la ponencia. El silencio, la incertidumbre y la expectación entre las oyentes es evidente. Alfredo, de pie, delante de nosotras. Estamos en el salón de actos, se sitúa bajo de la tarima y se pone a nuestro nivel, con su cámara en mano, sintiendo su peso, porque “no hay otra forma de saber con quién estás que sintiendo el peso de su presencia”
Alfredo busca esa corporalidad en nosotras, nos pregunta qué inquietudes nos han hecho participar en el taller. Se mantiene el silencio, debido tal vez a que cada una de nosotras no se ha hecho todavía esta pregunta. Una participante rompe el silencio y tras su comentario le siguen un sonido de risas nerviosas. Documentar es explorar un camino desconocido intentando confrontar lo que hacemos con lo que decimos y pensamos. Documentar permite adentrarnos en la reflexión, el encuentro, el aprendizaje y la transformación. Documentar es, al fin y al cabo, un posicionamiento ante la acción, ante nuestras propias acciones.
¿Qué idea de quiénes somos como profesionales nos ha traído hasta aquí hoy? Si no contestamos, se reducen las posibilidades de encuentro y, claro, también de desencuentro. No podemos confrontarnos.
Tomar fotos de nuestra realidad para darnos cuenta de lo que en realidad pasa en las aulas, o en cualquiera de los espacios en los que trabajamos, no es documentar. El trabajo real de documentación ocurre cuando tras la toma de la imagen hay una indagación narrativa sobre lo que esta imagen nos está revelando. Y esta indagación, es realmente potente cuando se comparte y se contrasta con otras visiones.
Dos intervenciones a mitad de la sesión me hacen pensar cómo todas venimos con nuestros pensamientos y vivencias e intentamos conectarnos con aquello que escuchamos, sin realmente dar espacio a nuevos relatos. Y pienso ¿somos capaces de interrumpir nuestros pensamientos y dar paso a algo nuevo? ¿Pueden suceder otras cosas si no dejamos espacio a la duda? ¿Cómo y cuánto influye nuestra propia subjetividad en aquello que nos rodea?
Nos acordamos de la idea de Vivian Paley (2006) sobre que siempre aprendemos, enseñamos, miramos con nuestra vida, nuestra historia, deseos e imaginaciones como filtro con más o menos dioptrías. Lo que nos propone la documentación es reducir estas dioptrías.
Hago un intento para pasar todo aquello que está en abstracto a lo concreto, a lo que me remueve las entrañas.
La docencia, como otras profesiones de ámbito social, precisa de encuentro, de tejer entrecruzando nuestros pensamientos e inquietudes. Para que una imagen sea documentación, debe analizarse por varias personas, necesita de intersubjetividad para interrumpirnos y atravesarnos. Se dice rápido, se dice fácil, pero “la documentación es un camino fascinante y muy peligroso”. ¿Qué pone en peligro? ¿son las interrupciones que provoca lo que crea el peligro?
Entendiendo la interrupción como una práctica incómoda que “consiste en insertar un corte en una conversación, un modelo, un acto, un movimiento, una quietud, un tiempo…y abrir la posibilidad a otros devenires u acontecimientos, a otras líneas de pensamiento. Desbarata el orden lineal del discurso, alterando la inmovilidad y pasmosa inercia de lo que se da por obvio” (val flores, 2013). Desde nuestro ámbito profesional, sentimos que la documentación podría generar tres tipos de interrupciones:
Con su mirada y con la cámara en mano veo en Alfredo un profesional con un posicionamiento radical. Venera al que tiene enfrente. Relató varias experiencias estéticas que ha tenido en las aulas en las que se deja asombrar y conmover profundamente con lo que la otra persona, niña o niño en este caso, le ofrece. ¿Quiénes de nosotras venera a los jóvenes con los que trabaja, a su alumnado, a las personas mayores a las que cuida en las residencias, a las familias a las que acompaña, a las personas migrantes que requieren protección, etc.? ¿Cómo está mi disposición para dejarme conmover por lo que pasa en mi trabajo?
La documentación como una interrupción artística porque provoca salir de la hegemonía de lo verbal para pensar la escuela desde otros lenguajes. Y pensar desde otros lugares nos permite cambiar el foco y ver cosas que hasta entonces no veíamos o, verlas distintas. “Lo que no vemos no existe” dice Magaluzzi. Si no vemos problemáticas que están en nuestro entorno profesional no es posible transformarlas. Practicar la documentación nos obliga a situarnos en un lugar de no centralidad en lo que ocurre, nos obliga a salir para mirarnos. Todo lo que te obligue a dar un paso atrás como profesional es una oportunidad para desajustarte, perder el control, desorientarte y creemos que esto es necesario para estar con otras personas.
¿Realmente queremos hacer una interrupción? ¿Realmente queremos hacer una parada y revisar lo que hacemos en las aulas o en las entidades donde trabajamos? ¿O es más bien un acto reflejo el que hacemos viniendo aquí, escuchando lo que nos cuentan sin intención de cambiar? ¿Queremos un incómodo y molesto dedo en el ojo que nos impulse a movernos?
La documentación como una interrupción del aislamiento docente, anclado en un rol solitario que no acostumbra a compartir el espacio del aula con otra profesional que pueda problematizar sus preocupaciones, sus metidas de pata, sus dudas o desafíos. Alfredo deja claro que si no hay confrontación no hay documentación. Confrontarse conlleva encontrarse entre al menos dos personas para narrar desde diferentes posicionamientos. No tratando de llegar a un relato compartido, sino aventurándose a construir un relato tensionado que deje ver incoherencias. Y permita revisar, no confirmar, quiénes somos y qué hacemos.
Me inquieta mucho reflexionar sobre la coherencia entre lo que hago y digo, entre lo que soy y lo que muestro. Nunca creo encontrar las respuestas a mis inquietudes pero, dejar tiempo y espacio para cuestionar intenciones, acciones y reflexiones es para mi parte importante. No solo me inquietan mis acciones, también las de mis compañeras. La docencia es un acto compartido, lo que tú haces influye en lo que yo hago, en el alumnado que acompañamos juntas. Pensar revisarnos como algo necesario y no dar por sentado que es lo único que podemos hacer.
La documentación como una interrupción de mentiras que alimentan lo que somos, presentándonos ante nuestros ojos y los de los otros con una careta políticamente correcta y ajustada al marketing del momento: cuidados, acompañamiento, metodologías activas, participación, respeto a la diversidad. Documentar permite poner un espejo para ver lo que realmente hacemos y no lo que decimos o creemos que hacemos. Si entráramos a fotografiar 20 aulas de secundaria donde hay docentes que dicen que utilizan “metodologías activas” ¿en cuántas de estas clases encontraríamos que el alumnado permanece sentado más de 6 horas al día? ¿En cuántas, el docente habla el 90% del tiempo?
Hicimos una parada en la jornada para después retomar por la tarde con una propuesta de creación colectiva. La propuesta puso en juego a las participantes, las puso en acción y nosotras pudimos observar. Lo que más llamó nuestra atención es cómo cada grupo de los que se formó- a elección de las participantes- abordó de manera tan diferente la práctica. La premisa era crear un relato con imágenes fijas sobre un tema que interesara a cada grupo. Se revelaron diferentes maneras de hacer, de relacionarse, de ponerse de acuerdo, de problematizar, etc. En este momento de la tarde, a diferencia de la mañana en el salón de actos, ya no se podía guardar silencio y aunque lo intentaras, los cuerpos delataban su sentir, sus ideas sobre lo que es trabajar en equipo, crear, participar, revelaban parte de los motivos que les habían traído al taller.
Os proponemos observar estas dos imágenes e interpretarlas partiendo del esquema de análisis que con Alfredo practicamos por la mañana. Este esquema se basa en la idea de que una imagen ofrece muchas capas de información, entre ellas podemos percibir según el ámbito de donde se hayan extraído: 1) la idea de infancia, alumnado, participantes que transmite; 2) el tipo de profesional, ponente, docente; 3) la concepción del espacio; 4) el contexto familiar, personal, ideológico, etc.; 5) el mensaje esencial que contiene.
¿Qué tipo de participantes han venido a este taller? ¿De qué nos habla la diversidad o la unicidad estética? ¿Qué ideología tienen? ¿Las personas más jóvenes qué roles cumplen en el grupo? ¿Y las mayores? ¿Qué tipo de dificultades puede generar en la comunicación la diferencia de edad de las participantes? ¿Qué profesiones creéis que ejercen? ¿Qué impacto genera el espacio? ¿El uso que hacen del espacio creéis que influye en cómo se comunican? ¿Afecta en el resultado el cómo nos comunicamos entre nosotras? ¿Cómo es la escucha en cada grupo? ¿Qué efectos tiene en las relaciones la tecnología? ¿En qué fase del trabajo creéis que está cada grupo? ¿Qué información nos da el lugar que ocupa cada persona en el espacio? ¿El que mira desde fuera qué alcanza a ver y a entender? ¿Qué es lo más importante de cada imagen? ¿Qué palabra os viene a la cabeza cuando veis una u otra imagen? ¿Qué dice de vosotras lo que habéis respondido en cada pregunta?
Fotografías de Enrique Escorza.
Texto de Tere Verdes y Estefanía García.